2007-04-15

¿para quién son las expos?

últimamente me he visto confrontada a menudo con el tema de para quién son las exposiciones. este tema va claramente unido a la idea de educación, puesto que cuando se decide para quién es una exposición, en realidad se deciden muchas cosas más, como el valor, la función que le damos al arte y la manera de transmitirlo que entendemos que funciona dentro de estos parámetros.

así, las exposiciones del guggenheim, por ejemplo, van claramente dirigidas a un gran público sin gran conocimiento y a menudo sin gran interés por el mundo del arte; más concretamente, en muchos casos, a turistas. el plateamiento suele ser diáfano, basándose en una actitud paternalista que caritativamente pone a la vista de la gente obras de arte de extremado valor que no suelen poder comprender por sí solos. lo que conlleva una obra de arte en estos casos suele ser una historia marcada por hechos relacionados. por supuesto, la reflexión crítica no tiene mucho que ver. por ello, se piensa en la educación en este contexto como un método de información y a menudo saturación del visitante por medio de fechas, anécdotas y situaciones curiosas.

hay otra postura que lamentablemente no es mucho más efectiva que se coloca en el punto contrario. se trata de la visión intelectualizada del mundo del arte, completamente inaccesible para los ajenos al discurso filosófico que conlleva. esta postura suele caracterizarse por pensar que todo hijo de vecino conoce las posturas de kant y foucault entre muchos otros, y si no las conoce, no merece la pena que nos molestemos en explicárselas. así, crea exposiciones que tratan temas de supuesta relevancia mundial, de amplios nombres y más amplios significados sin tener en cuenta el viejo dicho "quien mucho abarca, poco alcanza". estas exposiciones suelen pecar de hermetismo y de falta de sentido concreto, perdidas en la marabunta del discurso parroso. también se caracterizan por rechazar la educación puesto que creen que "el arte no hace nada" y que por lo tanto, como no vamos a conseguir una revolución, no merece la pena hacer partícipe a nadie que no entienda de qué hablamos. observemos, no obstante, que oponiéndose supuestamente al modelo "guggenheim" de abrir las puertas del arte al gran público, mantienen la misma visión de educación que habíamos visto antes: un elemento extraño al ser del arte, nada relacionado con la capacidad crítica de razonamiento. este tipo de exposiciones abunda en londres y otros lugares de europa y tal vez se esté exendiendo al país vasco.

ante esta situación, abogo una vez más por las tendencias in between que dicen los ingleses, es decir, a las soluciones intermedias que no son ni tanto ni tan calvo. en primer lugar, se debería dar por supuesto que la educación no es (o no debería ser) un sistema aparte en cualquier tipo de acercamiento a una exposición, sino algo intrínseco. eso no quiere decir que las exposiciones sean didácticas, sino que, simplemente, una obra de arte muestra una posición individual frente al mundo y un pensamiento crítico, basado en un sentimiento personal y en el desarrollo de una conciencia propia. lo que enseña una obra de arte es la posibilidad de pensar y actuar por uno mismo. por ello, no necesitamos un guía que piense por nosotros, sino en todo caso que nos pregunte qué pensamos nosotros. por eso, las exposiciones deberían dejar de ser grandes carrousels de nombres famosos, o enormes bibliotecas sugeridas de citas de gente más inteligente que nosotros (adoramus te benedicimus te), sino muestras e invitaciones a esta maravilla que el arte consigue, que es un pensamiento crítico individual.

queda dicho.

4 comentarios:

Mario dijo...

Ben, algo parecido é a discusión mítica que xa tiven varias veces sobre se a cultura serve para algo ou non. O problema non é que un señor dunha aldea pense que unha exposición son un montón de ferros sen ningún valor, senón que sexa o único que pode decidir pensar porque non ten outras alternativas. Como ben dis, @s guías debían formular preguntas, non dar solucións, pero tamén é certo que a xente debía estar concienciada e formada para dar respostas ou xerar opinións que vaian máis alá. Claro que se cadra a primeira decisión debía ser se lles interesa máis ir ao Guggenheim ou a visitar San Mamés.

begira... dijo...

es verdad que hacer que la gente se acerque a ver una exposición es un primer punto a resolver. Algunas personas parecen pensar que las esculturas se te caen encima, y yo no ayudo con este blog, jeje. Ahora en serio, es un punto importante. No obstante, también hay que ser realistas y darse cuenta que los gustos existen, y que tampoco es obligatorio que tooodo el mundo vaya a ver exposiciones. Aunque una vez en la vida no estaría mal. Por cierto, ¿y tú qué crees? ¿Que la cultura sirve para algo o que no? ¿Quién se apunta a la discusión?

Mario dijo...

Si, tampouco creo que sexa obrigatorio ir ás exposicións, e tampouco creo nun concepto limitado de cultura. Mesmo así creo que hai unha base que fai que rexeites a sinxeleza das mensaxes primeiras. Saber algo de arte, aínda gostes máis do fútbol, serve para decidir se unha obra son un montón de ferros ou un enorme poema á fraxilidade humana. Serve para adorar ou para detestar, sen iso se cadra a única alternativa sexa a simplificadora de odiar o descoñecido ou o que non entendemos. Penso eu. ;)

A Raíña Vermella dijo...

Uf! que difícil. Ademais, sempre que falo disto me parece que quedo de rancia e de pouco posmoderna:p Pois a min si que me parece que a cultura serve para algo. Ou mellor, que non interesarse pola cultura (e ollo que non digo ser un experto, pero polo menos ter certa idea que che permita decidir o que che gusta do que non) é en parte non interesarse polo mundo no que vives, pola cultur, no sentido mais amplo, na que te moves. É como ver en branco e negro. E xa o dixen noutras ocasións, eu non creo que a ninguén lle poda non gustar "a cultura". haberá cousas que che gusten e outras que non. A seguinte pregunta, para min, é: por que ese desprezo cara a culura por parte de moita xente? Que se está facendo mal?
Moitos bicos dende o outro lado do espello. Encántanme as vistas deste tellado;)