2007-03-19

anécdotas sobre tulipanes

acabo de volver de holanda, maravillada por amsterdam. no obstante, me pasa algo muy extraño, puesto que a pesar de haber visto muchísimas cosas, no se me ocurría nada sobre lo que escribir. y no precisamente porque no haya temas. podría escribir sobre el barrio rojo, sobre la estructura de la ciudad, sus canales, sus preciosas casas estrechas como si en ellas vivieran tulipanes o sobre los millones de exposiciones que vimos. pero nada me inspira. digamos que la musa se ha debido de quedar allí mientras yo cogía el avión.

había pensado escribir un pequeño relato imaginándome cómo sería la vida en holanda en el siglo xvii, cuando se construyeron muchos de los canales y diques que le dan su personalidad. pero no sé si ahora mismo estoy preparada para la narrativa. también había pensado escribir sobre la urbanística del país, que es única en el mundo (tal vez sólo comparable a venecia) por su estrategia de competición con el mar por la tierra. pero al final he decidido escribir sobre una anécdota que leí en un libro de arte.

el siglo xvii es el siglo de oro en holanda, sobre todo en pintura. grandes artistas, como rembrandt (cumpleaños feliz, cumple 400), vermeer, ruisdael o franz hals produjeron obras que influenciaron de manera increíble al mundo del arte. ¿por qué en un país tan concreto, en un momento tan específico? según algunos autores, este adelanto se debe al desarrollo del capitalismo en esta pequeña franja de tierra, que produjo un gran número de burgueses enormemente ricos, que a su vez empezaron a comprar y promocionar obras de arte. la religión también jugaba un papel importante (protestante) pero no me quiero alargar.

y ahora llegamos a la anécdota que me llamó la atención. uno de los mayores productos de holanda en el siglo xvii era, igual que hoy, los tulipanes. esto resulta curioso, puesto que la vida de una flor es hoy en día mucho más larga y provechosa que en el susodicho siglo, por los medios de transporte más rápidos y las miles de sustancias químicas -probablemente nocivas- que les ponen a las pobres. imaginaos lo breve que era la vida de un tulipán en el siglo xvii.

no obstante, los tulipanes eran flores de lujo. holanda no exportaba sus semillas y no crecían en ningún otro lugar del mundo, así que eran muy apreciados y se transportaban en los barcos mercantes más rápidos (una de las razones del adelanto naval de holanda ante otros países parece consistir en la necesidad de transportar rápidamente productos perecederos). y lo que más me llamó la atención fue lo siguiente: las flores se utilizaban para especular.

un cosechador de tulipanes plantaba un campo enorme. antes de que salieran, ya las tenía apalabradas con un comerciante, que a su vez las revendía en otro lugar por un precio mayor. luego se especulaba con el clima y se hacían estimaciones de si la plantación saldría bien o no. en base a estas estimaciones el precio subía aún más, y los segundos compradores los vendían a terceros, y éstos a cuartos. de esta manera, los tulipanes, que eran pequeñas semillas escondidas en el suelo, absorbiendo agua y viviendo en la ignorancia de su potencial económico, habían generado importantes ganancias antes de ni tan siquiera tener color.

y eso, para una vida de una semana o tal vez dos...

parece ser que el dinero nos lleva muchos siglos de ventaja jugando con los colores de los campos.

1 comentario:

A rapaza do arco dijo...

Hoxe comérciase con case todo, así que estamos acostumados, mesmo así esta historia do comercio de tulipáns que nos contas parece case máxica. Igual soa moi cursi pero é que me parece raro iso de darlle tanto valor e procuparse por algo tan bonito e feble, claro, trátase únicamente de intereses económicos pero segue sendo curioso. Fixo que me lembrara de Momo e como os terríbeis homes grises comerciaban co tempo, algo tamén moi valioso e que igual no apreciamos o suficiente.
Debía ser unha imaxe preciosa o barco ateigado de tulipáns.